Lola Miche

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Sala _temporal

Conversé con Lola una tarde de abril, algunos días después de iniciar su residencia en Sala_Temporal. Había llegado un poco antes al lugar entonces pude ver lo que había hecho con el espacio antes de hablar y que me explicara los motivos detrás de ese impulso. Un impulso que iba, curiosamente, dirigido a lo bidimensional, como un cuaderno que se despliega frente a los ojos y revela los pensamientos de aquel que lo expone. Hay algo interesante en esa decisión, pienso, especialmente cuando se sabe que alguien esta mirando.

Me interesaba conocer más acerca del proceso llevado a cabo por Lola habitualmente y como éste se había transformado al llegar a un nuevo espacio. Frente a las necesidades inscritas en la rutina y la obligación de suplir a un mercado (caso de aquellos que viven de su producción creativa), Sala_Temporal representa un espacio intermedio en el cual es posible volver a exploraciones más libres, a producir algo o nada, siendo el proceso (la documentación del mismo) el aspecto en el cual se sitúa toda atención.

-Ya gran parte de los procesos están automatizados (a veces ni me doy cuenta de lo que hice). Es como entrar en un trance porque se trata de un gesto tan aprendido y tan repetitivo. Se vuelve un problema también; de repente me siento autómata.” Luego Lola sacó de entre su bolso una esculturilla (aún en cera) en la que había estado trabajando durante los días pasados, además de una serie de herramientas (limas de diversos tamaños) y un vino que acabamos tomándonos durante el resto de la entrevista, razón por la cual esta conversación acaba no al final, sino a la mitad.

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Me comentó acerca de la extrañeza que le producía trabajar frente a una cámara. Admitió que, 1 de manera inconsciente, escondía ciertos procesos o simplemente no veía motivo en mostrarlos y, por otro lado, hacia visibles aquellos que pensaba eran más llamativos. Sobre todo, hablo de como los pasados días se habían sentido como “perder el control” sobre aquello que se muestra y lo que no. La propia naturaleza del oficio (la orfebrería) que obliga a sentarse por largas horas para trabajar en un objeto pequeño (la cercanía de este objeto al cuerpo) hace de él algo más dirigido hacia el interior, estableciendo cierta resistencia con respecto al exterior. La exposición se convierte entonces en un ejercicio interesante de desvelamiento. Otro aspecto de la disciplina que comentamos fue el de la escala, la cual (especialmente en el contexto de lo producido en Sala_Temporal) hace cuestionar los límites impuestos por la especialización, por la técnica y por el material.

Me hablo acerca de una conversación reciente con Luciano (Goizueta) y una referencia importante que había surgido de dicha interacción: un libro (de esos típicos de Taschen) acerca del arquitecto vienés, Hundertwasser. El escrito hablaba de como tenemos varias pieles, capas, epidermis: desde lo más pequeño, el cuerpo, la habitación, la casa, la ciudad, hasta grupos como la familia y la sociedad. Entonces el cuerpo se vuelve este espacio que debemos cuidar y decorar y querer. Igual sucede con la casa. Me habló de como, desde pequeña, su mamá la había introducido a conocimientos orientales en torno al espacio, sus energías y el efecto de estas sobre el cuerpo. Bajo esa referencia, venir a un espacio en blanco a trabajar implica entrar en un estado de ánimo particular que sirve para ser funcional debido a la ausencia de distracciones.

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Volviendo al tema en cuestión (Sala_Temporal), retomamos las imágenes que había observado previo a la llegada de Lola. Hablamos de como se había materializado ese proceso de pensamiento en el espacio y la esculturilla que andaba no hace mucho tiempo dentro de su bolso. Fue entonces que Lola me habló acerca de los collages que había realizado poco tiempo antes, los cuales había colgado en la pared, reproduciéndolos en distintas escalas. Originalmente del siglo XIX, estas imágenes aparecen por primera vez en un libro que Lola adquirió a través de su mamá, aunque distintas. No son recortadas de manera exacta, sino que son manipuladas —deconstruyendo lo construido— seleccionando los fragmentos que más le interesaban para dar lugar a nuevas formas. Esta acción de seleccionar abrió la conversación hacia otros temas similarmente relevantes como la memoria (lo íntimo), el monumento, la historia y la arqueología.

-Hice estos collages una tarde repentina, sin planearlo. Me encontré este libro después de ir a la feria y de repente me di cuenta que ya era tarde y tenía varios hechos. Luego pensé que se verían bien mas grandes y así fueron surgiendo más ideas, como la de hacerlos en un formato tridimensional. Es muy extraño porque vino de una primera cosa que era muy improvisada digamos, pero yo no soy alguien que improvise. Cuando hago algo sin planearlo a veces no me gusta el resultado. Tengo que visualizarlo un poco más. La idea al inicio era hacer varias esculturas y fundirlas. Pero toma tiempo y fundir es caro entonces tengo que esperar un poco más. Igual lo quiero hacer, por respeto a la idea. No sabía bien que iba a hacer acá ni que iba a pasar pero ha sido agradable.

Un objeto que es asimismo arquitectura y que, dependiendo del tamaño en el que sea concebido, puede ser habitado, o, al menos, circulado (de la misma forma que, en la Polis, el peatón camina frente a los edificios que la conforman e imagina su interior). En ese momento me habló acerca de su interés por dar lugar a arquitecturas imposibles; construcciones que no podrían tomar lugar porque se desmoronarían, o que simplemente no tienen sentido pero en las que aun se pueden reconocer ciertos elementos.

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La idea de construir (deconstruir o reconstruir) estas arquitecturas, monumentos en origen, en formas que son fisicamente poco probables me remitió inmediatamente a Etienne Louis Boullée, arquitecto que trabajó curiosamente en torno al siglo XVIII, realizando grabados de arquitecturas monumentales que no podrían haber sido construidas en su momento por la complejidad y monumentalidad de sus formas.

Pensar la arquitectura desde la perspectiva de una orfebre supone un choque en cuanto a la dimensionalidad del objeto en cuestión. En un primer momento Lola me habló de su interés por realizar formas más pequeñas inspiradas en estos collages. Sin embargo, conforme la gente que pasaba por _Temporal y se acercaba a verlos, incidían más y más en la idea de hacer de ellos formas más grandes.

Seguro habrían fallos, producto de las cualidades formales de estas figuras, que llevarían a su destrucción inminente, aunque parece interesante documentarlo igualmente. Son figuras que están destinadas a fallar. Entonces estas construcciones, monumentos en principio, acaban siendo alteradas (vaciándolas de su significado original) para convertirlas en algo más. Ese “algo” jamás podría existir en la realidad pues se destruiría. Por lo tanto, no estamos hablando de arquitecturas por sí mismas, sino de la acción inscrita en ellas: el error que lleva a su destrucción.

¿Es posible considerar en estas imágenes no estructuras rígidas, sino su ruina en cambio? Y con ruina me refiero a la acción de convertirse en ella, esa tensión que se forma en el ojo al observarlas, el impulso hacia su ruina, valga la redundancia. Parece imposible pensarlas (construirlas) sin imaginar su destino fúnebre.

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Así, Lola se sitúa frente a estas construcciones de la misma forma que lo haría un arqueólogo en el sitio de un nuevo hallazgo.

Me gusta mucho esa interpretación de la arqueología, ó, no interpretación, sino entendimiento de la misma desde un lugar más íntimo. Quizás no se trata de la arqueología a grandes rasgos —histórica— sino de una que habla de la experiencia individual y de las relaciones sociales que surgen de ella, o una mezcla de ambas: hay algo de 3 Etienne Louise Boullée, Cenotafio para Newton (1764) Sala_Temporal con Lola Miche legado, de la historia que cargan los objetos, como las joyas de la abuela y la trayectoria por la que han pasado, una memoria que se mantiene inscrita en ellos. Una memoria que conecta con otros sentidos; más allá del tacto hacía la nariz (el olfato) o los ojos (la vista), etc…

El interés de Lola por la joyería conecta con esta idea de memoria. Acabamos hablando de su abuela, de su trenza perfecta, larguísima y elegante, y del profundo impacto que tuvo esta mujer sobre su propio estilo y su manera de incorporar la memoria al cuerpo:

-(…) se trata de una persona que ha pasado por muchos lugares en su vida y entonces se vuelve una elegancia de cierta forma exótica. El contraste a través de su vestimenta y porte llevaba a un ser humano que podías llegar a conocer de manera no-verbal. Mi mamá es muy parecida a ella, quizás de forma más disimulada, como que se heredan cosas a partir de la referencia. Y así uno trata de construir cosas que tengan sentido estéticamente.”